Hay noches en las que nos despertamos en la cama, damos unas vueltas intentando conciliar el sueño de nuevo y tras varios cambios de posición echamos manos del reloj para sorprendernos con horas intempestivas. Si eres de esas personas que solo logran dormir unas pocas horas durante la noche y te pasas el tiempo en vela, hoy no tenemos tu solución. Lo mejor en ese caso es acudir al médico de cabecera y buscar una solución en la medicina. Puede que se trate de un síntoma o una patología. Si por el contrario duermes siempre a pierna suelta, pero alguna noche te has desvelado cuando te faltaban varias horas para levantarte, sí que tenemos algunos trucos que te pueden ayudar a volver a soñar con los angelitos.
Duerme el cerebro
Muchas noches nos despertamos con ganas de ir al baño. Nos levantamos a oscuras, palpando por el pasillo mientras pateamos lo que los niños han dejado en el suelo, hacemos nuestras “cositas” y volvemos a la cama a dormir como lirones. Otras noches, sin necesidad de tanto jaleo, nos despertamos y no podemos coger el sueño hasta una o dos horas después. ¿Cuál es la diferencia? Lo que ocurre en el primer caso es que el cerebro se encuentra en una fase del sueño en la que está bajo un mínimo rendimiento. Tiene la actividad justa para llegar al baño y volver. En el segundo caso el cerebro se ha despertado y comienza su trajín diario. Seguro que le ocurre que se pone a pensar en problemas o en la agenda del día. Eso es lo que tenemos que atajar.
Para volver a dormir al cerebro podemos utilizar técnicas de relajación. Lo primero es olvidarnos de todos los asuntos que ocupan a la mente en ese momento. Podemos contar ovejitas o escuchar nuestra respiración (una técnica preferible si pasas de dos docenas de ovejas en el redil).
Escuchar la respiración y concentrarte en cada movimiento pulmonar, cada flujo de aire que entra y sale de la nariz, hace que nos olvidemos de otras cuestiones y contribuye de una manera excelente a que el sueño invada de nuevo la mente.
Si aún así no consigues dormir de nuevo, prueba a refrescarte la cara. Al contrario de lo que cabe pensar, ofrece un efecto relajante que lleva a volver a soñar con los angelitos.
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