Las mamografías
representan una fórmula de análisis extraordinariamente útil para
saber del estado de las mamas con la finalidad de adelantarse al
desarrollo de los tumores. Se trata de un análisis cuyo valor está
en la regularidad de los controles.
Las
mamografías son pruebas médicas simples y económicas. El
objetivo es explorar cuidadosamente los senos de la mujer. Y, aun
más, también en los pechos de los hombres de edad que han
desarrollado patologías previas y que pueden ser candidatos al
desarrollo de procesos tumorales.
Las
mamografías consisten en el uso de rayos X en dosis muy bajas
que permiten evaluar el tejido de los senos, evaluar la zona de los
pezones, observar la epidermis y las capas de piel profundas, pero
también los músculos relacionados con el área pectoral y los que
los enlazan con las axilas.
Las
mamografías suelen
ser de dos tipos, las de exploración y la de diagnosis. La primera
rastrea la zona pectoral en busca de irregularidades, de anomalías
en los senos, rastros que pueden esconder tumores o lesiones no
advertidas.
Una
mamografía de diagnóstico
se orienta a la búsqueda de procesos tumorales o lesiones asociadas
que han sido detectadas por el facultativo en una exploración
previa. Bien palpando, mediante la observación visual o con
cualquier otro análisis.
Las
mujeres mayores lo tienen más fácil, la abundancia de tejidos
grasos en sus mamas revela con más claridad las lesiones a detectar.
En las mujeres más jóvenes, no resulta tan fácil.
Por
esta razón, las radiografías están recomendadas para las mujeres
de más de 35 años y las ecografías de los senos -o cualquier otra
técnica a su altura- se recomiendan para las de menor edad, porque
permiten un mayor contraste en la visualización de los tejidos de
las mamas.
Los
especialistas buscan en las mamas una mancha contrastada y definida,
pero lo habitual es el cruce de los datos de diferentes pruebas, si
de lo que se trata es de conseguir un diagnóstico seguro.
Los
especialistas tienen a su disposición una escala internacional
homologada con la que evaluar las pruebas de las mamografías.
Esta escala va del cero al seis. Cero supone una mamografía que
no se revela como una prueba fiable para emitir un diagnóstico;
seis, lo contrario.
La
mujer que acude a una prueba de mamografía pasa por una
prueba que consiste en exponerse a la compresión de sus mamas con el
uso de dos paletas que sobresalen del equipo de exploración.
Para
las mujeres especialmente sensibles, que no toleran este tipo de
acciones físicas, se busca conocer su momento hormonal para
encontrar el momento más adecuado para la exploración, un momento
en el que su sensibilidad no sea tan acusada.
Mamografías,
seguros para la salud femenina.