La
buena salud no sólo incluye el buen estado físico, sino que
llega más allá cuando nos planteamos los beneficios de asimilar la
mejor de las actitudes ante las circunstancias de la vida.
Saber
recibir de los demás, dejarse llevar por una espiritualidad
alternativa o aprender a decir que no a nuestros semejantes
con argumentos propios, son parte de esa buena salud con la
que la psique puede contagiar al cuerpo. Hablemos de esas tres
condiciones para una buena salud:
-
Recibir. ¿Dar a los demás, entregarse a los demás, y no recibir?.
No, ese no es el camino. Si damos y nos entregamos en cuerpo y alma a
nuestros semejantes, abrimos una brecha en nuestra psique, la que nos
invita a no pensar también en nosotros mismos. Abrámonos a lo que
los demás pueden hacer por nosotros y disfrutemos de un equilibrio
natural. Dar y recibir. Así de sencillo.
-
Dejarse llevar por la espiritualidad. No hace falta ser religioso
para que las creencias obren el milagro de cambiar nuestro mundo.
Creer
Creer
en un sentido muy amplio nos pone al frente de una dinámica
reveladora, la que componemos con nuestro código de certezas sin una
entidad física. Si creemos en algo, estamos convencidos y ponemos de
nuestro lado nuestra voluntad y dedicación, estaremos más cerca de
hacer de esa espiritualidad un motor de cambio.
-
Aprender a decir que no. Decir que no es fácil, asumir el
poder que da negar lo que nuestro sentido no tolera no siempre
resulta tan fácil. Hablamos de hacer respetar nuestros valores y
mantener las decisiones asumidas con argumentos sensatos.
Y
algo importante, mantener esas decisiones en el tiempo, y, si hace
falta, también saber desdecirnos si no vemos las cosas de la misma
manera más adelante. Todo, en tres palabras: flexibilidad,
flexibilidad, flexibilidad.
¿Cuándo
comienzas a cambiar tu chip para disfrutar de una buena salud?
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