Mucho ojo con las dietas milagro

Las dietas milagro están en todas partes. Nos persiguen, intentan cautivarnos de mala manera, intentan convencernos de que así adelgazaremos en un abrir y cerrar de ojos. También están a la orden del día aquellas entidades o personas, gúrus o no de la alimentación, que cargan contra la mayoría de dietas milagro, menos contra la suya. ¿Nos fiamos de alguien o qué hacemos exactamente para adelgazar de una forma correcta?

Sentido común

Nosotros hoy queremos que partamos de trabajar con sentido común. Hay ocasiones en las que nos olvidamos totalmente del sentido común porque lo que deseamos es tener una solución rápida y que alguien decida por nosotros. Eso no funciona. El sentido común no puede faltar nunca cuando tomamos decisiones, ya sean sobre nuestra dieta o acerca de cualquier otro aspecto de la vida. Si alguien nos recomienda una dieta que se componga de alimentarnos de cuatro cosas y de tomar unos comprimidos que suplan lo demás que no comemos, ¿qué nos dirá el sentido común? Que lógicamente no tiene ningún sentido.

Por eso cuando descubramos una nueva dieta milagro lo primero que deberemos hacer será "comunicarnos" con nuestro interior y preguntarle qué opina de ello. ¿Está el sentido común de acuerdo con lo que nos estamos planteando? Él se ocupará de decirnos lo que tenemos que hacer por si queremos seguir sin tomar decisiones.

Resistir las tentaciones

Uno de los principales problemas que tenemos cuando nos enfrentamos a la duda de si optar por una u otra dieta se encuentra en que la tentación nos puede. Si nos venden bien una dieta podemos ser víctimas fáciles y picar en lo que nos están ofreciendo. A veces tienen argumentos demasiado convincentes incluso si parecen una locura. Una famosa dieta implica que un día a la semana puedes comer absolutamente todo lo que quieras, como si quieres zamparte 4 pizzas familiares de golpe y los demás días te alimentas de... bueno, de otras cosas que es mejor ni comentar. ¿Alguien piensa que eso puede ser sano?

Tenemos que tener una cosa clara: de nada vale hacer dieta si no vamos a cuidar nuestra salud en el proceso. ¿De qué nos serviría estar delgados si al final nos encontramos tan enfermos y tan desnutridos por las carencias alimenticias que hemos sufrido? ¿queremos estar tumbados en la cama por mucho que nuestro físico sea el adecuado? El camino rápido nunca funciona y el de fantasía tampoco.